lunes, 25 de junio de 2018

Rituales

Rituales


"Para los tarahumaras el peyote es el hikuli, el ser espiritual sentado al lado del Padre Sol. Es una planta tan potente que portaba cuatro caras, percibe la vida en siete dimensiones, y a la que nunca se puede permitir reposar en el hogar de los vivos. Para recoger el hikuli los tarahumaras viajan lejos, hacia el sureste, más allá de las estribaciones de la sierra, en el desierto. Allí encuentran la planta al escuchar su canción. El hikuli nunca deja de cantar, incluso después de ser recolectado. Un hombre le contó a Lumholtz que al volver al desierto había tratado de usar como almohada su bolsa de hikuli. Su canto era tan alto que no podría dormir. Ya seguros en casa, los tarahumaras exteienden el hikulien mantas que luego pringan por encima con sangre, para luego guardar con cuidado las plantas secas hasta que las mujeres estén prontas a molerlas en un metate hasta convertirlas en un espeso líquido ocre. Se hace una gran hoguera, con leños orientados hacia el este y el oeste. Sentado al oeste del fuego, un chamán traza un círculo en la tierra dentro del cual dibujaba el símbolo del mundo. Coloca en la cruz un botón del peyote y lo tapa con una calabaza invertida que amplifica la música y placía al espíritu de la planta. El chamán luce un tocado de plumas, que le infunde la sabiduría de los pájaros y evita que los vientos malignos entren en el círculo de fuego. Después de las porciones el peyote pasa de mano en mano y hombres y mujeres envueltos en telas blancas y descalzos empiezan una danza que dura hasta el amanecer. Luego, a la primera señal del sol, el chamán y su gente se paran hacia el este y se despedían con los brazos del hikuli, el espíritu que había descendido llevado por las alas de palomas verdes, para partir luego en compañía de una lechuza.".

Mezcla de religiones

Los tarahumaras tienen como Dios principal una fusión de Cristo con su dios, al cual denominan Onorúame, quien hizo al mundo y lo regula. Las concepciones religiosas incluyen el concepto del alma y el de su pérdida. El hombre está rodeado de seres malignos y benignos; el viento es bueno y el tornado es malo. Se han añadido a sus creencias los nombres de Jesús, María, Dios, infierno y pecado, el uso del rosario y del crucifijo y el santiguamiento.

La Semana Santa

Al llegar los misioneros a la sierra trataron de enseñar a los rarámuri ciertos pasajes evangélicos de la Semana Mayor, celebraciones que fueron de gran agrado para los indígenas. Actualmente en todas las partes donde hay un templo se siguen haciendo estas celebraciones siguiendo el mismo patrón que los misioneros les enseñaron. En estas fiestas colocan ramas de pino que marcarán el camino de las múltiples procesiones; aquí participan principalmente dos grupos: el de los fariseos (bandera blanca) y el de los soldados(bandera roja); ambos tienen capitanes que los dirigen, tenaches que cargan con las imágenes de los santos y los pascoleros que participan con la alegre danza del pascol, usando cascabeles alrededor de los tobillos bailan al son de los violines y flautas.

Un dato interesante es que los rarámuris representan a los chabochis(los blancos, mestizos, los mexicanos) en el grupo de los malos (fariseos), los cuales se pintan de blanco y representan a los partidarios de Judas, que en la danza simbólicamente andan en todas partes y dominan la situación, pero al final son vencidos y triunfan los representantes del bien: los soldados.

Danzas rituales

Las danzas que realizan los tarahumaras no son exactamente bailes sociales, sino ceremonias llenas de significado; son una plegaria en pantomima, cuidadosamente ejecutada, y jamás cambiada por la inventiva. Pocas ceremonias tienen la afinidad del actor y el espectador inherente en estas danzas, hilos de comprensión tejido en la tela de la vida de la tribu, motivación espiritual de costumbres y creencias. Para el observador curioso podrán parecer un retroceso raro, de fondo impresionante, e indumentaria artística, pero, esencialmente, entretenimiento. Mas, para ellos, significan mucho más, pues a través de sus danzas se desenvuelve su cultura y en ellas expresa sus esperanzas, sus temores, los tormentos de su alma, sus anhelos de vida mejor, y sus plegarias por felicidad y alegría. Bailan para agradecer bendiciones o para alejar los maleficios y para evitar las enfermedades, el sufrimiento y la tragedia.

A través de sus danzas se ponen en comunicación con Dios. Al son del ruido isócrono que producen sus sonajas, con unción religiosa, ejecutan el Tutugúri y el Yúmare, tan parecidos al mitote de los huicholes y tepecanos del Sur; las pascolas y la Raspa del jícuri (jíkuri sepawáame).

El baile Tutugúri, es deprecatorio y generalmente se ejecuta de noche, especialmente en época de cosechas. Lo bailan toda la noche, y al amanecer se comen las ofrendas que habían colocado al pie de las creces. Tanto este baile como en el Yúmare no se tocan el violín y la guitarra, sino nada más acompaña al canto del sacerdote la sonaja. Con excepción de la Semana Santa, los Matachines –baile de la época colonial– se bailan en todas las fiestas al son de guitarra y violín.

Es interesante observar que la característica más notable es el silencio. La vida nómada y las tesgüinadas no se prestan para una extensa mitología o para un acervo de cuentos y leyendas.

Referencias: https://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_tarahumara

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